ENCUENTRO. Acción de coincidir en un punto dos o más cosas, o personas. Trae consigo una categoría que se explica como resultado directo de él, el reencuentro, suscitado o provocado por una de las partes con un previo consentimiento de la otra, y que logra su cota más alta de festividad cuando es deseado por ambas partes. Si la disposición total a que se produzca se sitúa en un desbalance, no será desafortunado manifestar un poco de perseverancia, contando con que el deseo es el sustento de las acciones de la vida.
COINCIDIR. Ocurrir dos o más cosas al mismo tiempo. Concurrir de manera simultánea dos o más personas en un mismo lugar. Término poco explícito en voz de la academia, y que en la vida cobra un significado algo más subyugante. Coincidir es algo más que estar en un mismo sitio en un mismo instante. Coincidir implica la mirada que necesitamos desviar en busca del objeto o persona que nos hace darnos cuenta que ese momento está sucediendo, que no es simple casualidad. No es menos cierto que aquí también concurre un efecto similar al del encuentro. Muchas veces sólo una parte es consciente de la coincidencia, y es entonces cuando debe hacerla notar, pues sólo así sería justa y balanceada. Se incurre en el egoísmo más aguzado cuando se disfruta en solitario de una coincidencia. Ha de compartirse. A diferencia de los encuentros, que suelen ser más numerosos, la coincidencia ha de reservarse para quienes se descubren en sus recuerdos.Breve comentario: Es evidente que esto de la etimología aplicada es algo complicado, pero a mi juicio no deja de tener cierta razón. Es entonces cuando recapacito en la coincidencia sutil de los encuentros, de los encuentros para “cenar”, y en esta maravillosa, entrañable y peligrosa ilusión de coincidir.
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