Datos personales

domingo, febrero 12, 2006

Alerta sobre la palabra

Estar varios días con el ordenador en el taller de reparación ha sido todo un lujo... ¿por qué? Sencillo de explicar: me ha permitido recuperar el placer de las palabras en mis manos y el duro empeño de conquistar la caligrafía exacta para decir cosas. Cuando tecleamos, entiéndase la gran diferencia entre teclear y escribir, las letras aparecen unas tras otras, y se agrupan en su intención de decir algo. Al escribir, cada letra dibujada aporta a la palabra su pequeño sentimiento; así podemos descubrir en las palabras diferentes emociones. Es entonces cuando el trazo se hace firme y decidido, o titubeante y frágil. Es cuando adivinamos el verdadero significado de la palabra recuerdo, del abrazo suspendido en el espacio que no podemos recorrer, o simplemente cuando sin labios, ni ojos, ni voz, nuestra sonrisa es la más sincera. Escribir palabras exactas no es un don, sólo hace falta que nuestras manos den forma a nuestros reales sentimientos. Es intentar escribir sobre un trozo de papel las palabras amigo, te amo, siempre. Esto es lo importante. He aprovechado en estos días para escribir a la persona que amo, y estoy seguro de que podrá leer mi amorosa serenidad y mi necesidad infalible de su vientre, de sus manos y del olor de su cuerpo revuelto entre mis sábanas. Quiero que al leerme deletree mi "incondicionalidad". Además, hay algo que quiero convertir en una revindicación: es necesario recuperar los pequeños cajones de los escritorios para guardar las palabras escritas, los escondrijos reservados para las cartas de los amantes más anónimos. Estos son los verdaderos archivos de la memoria, los que nos hacen palpar y sentir que existimos, y que las palabras tienen dueños. Dejar que nos pertenezcan libremente, en el corazón de las cosas, como han pertenecido a las manos que les dieron origen y forma. Con tachaduras y borrones, con letras erradas, con pasión. Sacar el amor de los acumulables megabytes de la tristeza, y escribir. Escribir con trazo fuerte: te espero. Rasgar la hoja cuando la palabra dolor nos destroce las ilusiones. Partir puntas de olvidados lápices y plumillas cuando la palabra felicidad se dibuje en el papel para siempre. Sé que en breve la rutina, la comodidad y el qué voy a hacer, me llevarán a teclear palabras nuevamente, pero me prometo disfrutar y vivir la palabra escrita con su dolor en los nudillos y mi satisfacción en la mirada. Es una pena que no puedan ustedes leer la forma de estas, mis palabras, que por cierto entregaré manuscritas a la persona que amo. Podrían sentir cómo se hace gigante e inconfundible mi letra cuendo le escribo te quiero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

un beso guapo! sabes que te quiero? mua