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viernes, julio 27, 2012

Vértigo

A veces es como vivir en estado de vértigo, como estar siempre caminando por la cuerda floja a punto de caer. Atrás queda el recuerdo del infatigable carrusel de la infancia, o de la endemoniada silla voladora en el parque de la iglesia, donde los bancos de mármol desaparaecieron entre los gritos infantiles y los conos de algodón.
El tiempo lento. El tiempo efímero.El tiempo perdido. Olvido. Me duermo hasta justo el amanecer, cuando los ruidos de mi memoria me hacen saltar sobre mi cuerpo. Soberbia. Planeo un día sin agotamiento. Dibujo una amplia sonrisa que me abrirá alguna puerta que se resiste. Me asomo a la calle y ahí está, extendida en línea recta, tensa, estricta . Es tiempo de mantener el equilibrio. Remango mis pantalones y mis pies se deslizan por la cuerda. Al otro lado de la calle una mano se agita en un confuso saludo de adiós, y salta al vacío. No teme, o al menos eso me dicen sus ojos que corren unos palmos más arriba que sus pies por la cuerda que se cruza con otros cientos de ellas. Es una red transitable e inequívocamente viva. 

Hay que estar listos. Dentro de breves momentos cada cuerda soportará el peso de reuniones, sueños, dudas, miedos. Hay que estar listos, lo sé. Hay que tener las manos listas, lo sé. Extiendo mi mano, está al alcance de la tuya. Si caigo, sostenme. Yo estaré al tanto de ti.