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sábado, febrero 12, 2011

Al doblar la esquina

Me han dicho que justo al doblar la esquina te encontraré. Quedé pensativo durante un buen rato, pues no voy en busca de nada. Simplemente transito, conduzco, vuelo, atravieso “el breve espacio” en que se supone que existimos. De regreso a mis desvelos, cuando sólo faltaban algunos pasos para comenzar a morir de pereza, recordé que en cualquier esquina puede uno encontrar la felicidad y di la vuelta. Insistí en recordar la esquina que me reservaba tan prometido encuentro y caí  en cuenta de que era simplemente: al doblar la esquina. Corrí, volé y a grandes saltos comencé a recorrer la ciudad dibujada en lineales calles repletas de gentes  perdidas.
Sin más, aparecieron por un lado las calles Galiano, Prado, Obispo, 23, Neptuno, que surgían inesperadamente, en continuo desorden, al igual que a mi derecha, por la que desfilaban  Dragones, Oficios, Malecón, L, Compostela, Reina, Campanario… No podía orientar mis pasos, no sabía qué camino exacto tomar. Cuando casi llegaba al mar, en una zona que me era desconocida, encontré la piedra que tanteas veces ha aparecido en mi vida, y me senté a descansar. Fue inevitable reconsiderar por qué las calles de siempre habían dejado de coincidir, por qué se alejaban unas de otras dejándonos como regalo la abrupta realidad de los hombres extraviados.
Me adormecí con los ruidos marinos de aquel anónimo mar, y entre cánticos de caracolas muertas escuché la dulce voz de mi bisabuela Amparo: “Llévame hasta Prado y Malecón, anda mi`jo, que allí aguarda por nosotros la libertad, pero esta vez hazme caminar de prisa que a pesar de mis años quiero volver a ver -desde la muerte- cómo vuelven a coincidir las esquinas en nuestra ciudad.

(A mis amigos de siempre, con el deseo de fundirnos en un gran abrazo en cualquiera de nuestras esquinas)

Barcelona, 12 de febrero de 2011

1 comentario:

Gisela dijo...

¡Cuánta tristeza en tus palabras! Apuesto por el optimismo de Amparo: Nuestras calles volverán a encontrarse y por cada esquina saldrá el sol. Entonces, la alegría y la libertad serán posibles y tu bisabuela y mi bisabuelo podrán celebrarlo. A pesar de aquellos que ni tan siquiera se dan cuenta que lo necesitan desesperadamente, las avenidas vovlerán a confluir.